“La Batalla de los Sexos” (Battle of the Sexes, 2017) es una
película dramática biográfica dirigida por Jonathan Dayton y Valerie Faris,
reconocidos por “Little Miss Sunshine” (2006). Está escrita por Simon Beaufoy y
protagonizada por Emma Stone y Steve Carell, que ya habían actuado juntos en la
comedia romántica “Loco y Estúpido Amor” (Crazy Stupid Love, 2011). Completan
el reparto Andrea Riseborough (Wallis en “El Romance del Siglo”), Sarah
Silverman, Elisabeth Shue (Sarah en “La Casa de al Lado), Bill Pullman, Natalie
Morales, Jessica McNamee, Austin Stowell (Kyle en “Winter, el delfín”) y Lewis
Pullman. Llegó a las salas argentinas el 30 de noviembre gracias a la
distribuidora Fox.
Septiembre de 1973. Bobby Riggs, tenista de 55 años ya
retirado, quiere demostrar que puede vencer a cualquier mujer en el ámbito
deportivo. En una época en la que la igualdad de derechos no existía, Billie
Jean King, de 29 años, acepta el desafío con el objetivo de reivindicar a su
género. El partido se convirtió en todo un acontecimiento mediático que pasaría
a la historia como “la batalla de los sexos”.
Con una excelente recreación de los ’70, la película no sólo
hace hincapié en el deporte sino que le da más importancia a la situación que
pasaba la mujer en ese entonces: la diferencia en el salario era enorme, no se
les daba el espacio para expresarse que merecían y los hombres no tenían
problema en proclamar sus opiniones machistas por televisión.
En una sociedad con reglas al revés, Billie Jean King se
convierte en la tenista feminista necesaria para dar un paso en la dirección
correcta. La transformación de Emma Stone está muy bien lograda, corroborando
otra vez que la actriz puede meterse en cualquier rol y salir airosa. Tanto su
determinación como su vulnerabilidad nos hacen empatizar con ella desde el
comienzo, dejando bien en claro por quién alentar en el partido.
Y estar tan decididos por quién queremos que gane también se
debe a la despreciable mentalidad de Steve Carell como Bobby Riggs. El hombre
era un gran showman que no le temía al ridículo ni a comunicar lo que pensaba
(para él las mujeres sólo servían en la cama, la cocina o levantando las
pelotas de tenis). La comedia es parte fundamental en su personaje y su buen
uso genera tanto rechazo como risa en el espectador. Eso sí: nada indigna más
que todas las personas que opinan igual que él.
Por otro lado el film se centra en las luchas internas de
los protagonistas. Billie, casada con Larry King (Austin Stowell), en una gira
de tenis se enamora de su estilista Marilyn (Andrea Riseborough). Bobby es
adicto a las apuestas y por ello su esposa Priscilla (Elisabeth Shue) lo echa
del hogar. Por más que se muestre el trasfondo de Riggs nunca nos llega a
importar, al contrario de Billie que su situación entristece. Duele ver cómo en
esa época los prejuicios estaban a la orden del día y la única manera para
poder estar juntas era en secreto.
Aunque la mayoría conozca quién ganó el famoso partido, la
película logra mantener la tensión. El espectáculo circense previo saca
bastantes carcajadas: resulta sorprendente lo mediatizado que estuvo todo. Las
mejores escenas se dan en el desenlace: la de Emma Stone sola en el vestuario y
luego su corta conversación con el modista constituyen los momentos más
significativos de la cinta, que quedarán en la memoria por mucho tiempo y nos
harán pensar lo que implican al compararlos con el año en el que estamos.
Gracias al mensaje que deja, “La Batalla de los Sexos” se
convierte en un film basado en hechos reales que no habría que dejar pasar. Su
ambientación, fotografía, actuaciones y guión brillan por donde se los mire.
Billie Jean marcó un antes y un después en la posición que se le daba a la
mujer y es por eso que su historia debe ser apreciada en pantalla grande.
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