“Midsommar: El terror no espera la noche” (Midsommar, 2019) es una
película de drama y horror dirigida y escrita por Ari Aster, reconocido por su
debut cinematográfico “El legado del Diablo” (Hereditary, 2018). Coproducida
entre Estados Unidos, Suecia y Hungría, la obra está protagonizada por Florence
Pugh (Lady Macbeth, El pasajero). Completan el reparto Jack Reynor, Will
Poulter (Las crónicas de Narnia: la travesía del viajero del alba), Vilhelm
Blomgren, William Jackson Harper, Ellora Torchia, Archie Madekwe, Isabelle
Grill, Hampus Hallberg, Henrik Norlén, entre otros.
Luego de una tragedia familiar,
la estudiante de psicología Dani (Florence Pugh) queda devastada. Al verla en
ese estado, Christian (Jack Reynor), su pareja desde hace cuatro años, decide
invitarla a un viaje que hará junto a sus amigos Mark (Will Poulter), Josh
(William Jackson Harper) y Pelle (Vilhelm Blomgren). Este último es el que
propone la idea de visitar la comunidad de Harga, ubicada en la provincia de
Suecia llamada Hälsingland. Él tiene familiares allí y desea que los demás
conozcan cómo se desarrolla la festividad del solsticio de verano en esa comuna
ancestral. Aunque Christian estaba seguro de que su novia negaría la propuesta,
Dani acepta ir. Así es como los cinco se embarcarán en una travesía
perturbadora y psicodélica cada vez más atemorizante, en donde lo que más
impacta sucede ante sus ojos, a plena luz del día.
Nadie está preparado para la
locura que es la nueva producción de Ari Aster. Impactante, violenta y
sumamente incómoda de ver, la película se cuece a fuego lento para hacernos
parte, en primera persona, de la manera de vivir de un grupo de personas que se
rige por unas normas tan estrictas como shockeantes. Árboles ancestrales
sagrados, sacrificios extremos, una biblia propia, runas, rituales de baile,
ofrendas y alimentos de procedencia dudosa, entre otras cosas, componen una
experiencia que, a medida que pasan los minutos, se va volviendo cada vez más y
más terrible.
Con una excelente edición de
sonido y unos movimientos de cámara ingeniosos que recuerdan a su anterior
película, el director fue capaz de contar a través del accionar de una secta
pagana la liberación de una mujer común y corriente. A pesar de que el filme
puede parecer muy pretencioso, una vez que el espectador se da tiempo a sí
mismo para analizarlo y digerirlo, el mensaje queda claro. Potente y fuerte, la
obra aborda lo insano que puede volverse una relación de pareja donde la
atención no es la misma desde los dos lados, la pérdida, el duelo, el dolor de
sentirse incomprendido por los demás, el miedo y el alivio que conlleva volver
a sentirse parte de una familia y recuperar el control que se creía perdido.
En cuanto a las actuaciones,
Florence Pugh brilla al encarnar a un personaje con mucha carga emocional. No
hay escena en la que su sufrimiento no luzca genuino y, a pesar de que las
explicaciones sobre lo que está ocurriendo en el culto son ínfimas y lo que
pasó en un principio con los seres queridos de Dani no se profundiza después,
los gestos faciales de la actriz logran transmitir todo lo necesario para que
sea muy fácil ponernos de su lado.
Por otro lado, la fotografía y
los planos están pensados hasta el más mínimo detalle, dando la sensación de
que, al abarcar tanto campo, algunas cosas las estamos pasando de largo. Hay
mucho para observar en un segundo visionado, además de que serviría verla de
nuevo para captar qué quiere representar cada dibujo o cuadro que se ve en el
filme.
En Hälsingland parece que el Sol
nunca va a ponerse, por lo que la iluminación juega un rol fundamental; junto
con el vestuario (túnicas de una blancura extrema) y las alucinaciones en las
que se sumergen los personajes al ingerir té de hongos, la experiencia
cinematográfica se vuelve completamente cautivante.
Aunque “Midsommar: El terror no espera la noche” puede tornarse
excesivamente larga (dura dos horas y media), Ari Aster de a poco logra superarse
y consolidarse como un gran exponente del género de horror. Con escenas
gráficas que hacen retorcer al espectador en la butaca, la película llega a ser
aún más inquietante por lo que queda a imaginación de cada uno. Solo apta para
los fanáticos del terror que tienen estómago y no son de impresionarse.
Puntaje: 8
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