“Han Solo: una historia de Star
Wars” (Solo: A Star Wars Story, 2018) es el segundo spin off en la saga Star
Wars tras “Rogue One” (2016). Como la mayoría sabe, ahora es Disney el que
tiene los derechos de la franquicia, lo que genera que ya no haya que esperar
tanto por una nueva película intergaláctica. Está dirigida por Ron Howard (Una
Mente Brillante, Rush) y escrita por Jonathan y Lawrence Kasdan. El reparto
incluye a Alden Ehrenreich (Hermosas Criaturas, Rules Don’t Apply), Emilia
Clarke (Juego de Tronos, Yo Antes de Ti), Woody Harrelson (Los Juegos del
Hambre), Donald Glover, Paul Bettany (Avengers: Infinity War), Joonas Suotamo y
Thandie Newton. La cinta tuvo una exhibición especial en el Festival de Cannes,
luego de su preestreno en Los Ángeles.
La historia se centra en los
inicios de Han Solo (Alden Ehrenreich), papel interpretado por Harrison Ford en
los primeros filmes. Así conoceremos cómo este joven ambicioso quería escapar
del planeta Corellia junto a su novia Qi’ra (Emilia Clarke) para transformarse
en el mejor piloto de la galaxia. Contrabandista por naturaleza, Han se verá
implicado en una serie de aventuras que lo llevarán a conocer al apostador
Lando (Donald Glover), al wookiee Chewbacca (Joonas Suotamo) y a su mentor
Tobías Beckett (Woody Harrelson).
Poca expectativa había por esta
película teniendo en cuenta que a los fans no les convencían para nada los
tráilers ni el actor protagónico. Además, los directores en un principio iban a
ser Phil Lord y Christopher Miller, responsables de “La Gran Aventura Lego”
(The Lego Movie, 2014), sin embargo finalizaron su contrato de mutuo acuerdo
con la productora Lucasfilm por “diferencias creativas”. Con este conjunto de
problemas, Ron Howard decidió ponerse manos a la obra. ¿El resultado? Un
largometraje que a pesar de su larga duración, 135 minutos, nunca llega a
sentirse pesado gracias a la gran cantidad de escenas de acción que se dan en
variados escenarios, los divertidos diálogos y el carisma de sus personajes.
Debo aclarar que no soy fanática
de Star Wars, incluso ésta es la primera película que veo de la franquicia. No
obstante Han Solo me sorprendió para bien: la trama resulta súper dinámica, con
un conflicto sencillo que desde el comienzo atrapa al espectador. Las
coreografías de pelea están muy bien desarrolladas ya que entretienen por no
ser siempre lo mismo: hay disparos, explosiones, persecuciones, lucha con
espadas, autos voladores y naves, en especial el Halcón Milenario, que
deslumbran por su estructura. Pero la cinta no es sólo eso sino que se sostiene
de Han y su equipo para que la aventura mantenga el interés. Alden Ehrenreich,
gracias a la personalidad que le da a su personaje, consigue mostrar a Han por
lo que realmente es: un joven tan simpático como inteligente que buscará
cumplir sus deseos a toda costa.
Otro punto a favor se basa en que
la relación de él con Qi’ra comienza con ellos ya como una pareja que comparte
un mismo objetivo. Se nota la química que hay entre los dos, lo que nos hace
quererlos y alentar por el cumplimiento de sus metas. El filme juega mucho con
dónde está puesta la lealtad en cada personaje, lo que en el último tramo de la
cinta puede confundir un poco a la audiencia por los diversos giros que se dan.
Punto aparte para la droide
L3-37, interpretada por Phoebe Waller Bridge a través de la captura de
movimiento, que a través de sus líneas reclama la igualdad de derechos entre
humanos y robots. L3 aporta frescura al grupo y cada vez que aparece en
pantalla saca una sonrisa. También lo hace Lando, interpretado por Donald
Glover: su personaje carga con mucha presencia en pantalla y da ganas de verlo
más tiempo en ese rol.
“Han Solo: una historia de Star
Wars” está lejos de ser el desastre que se creía. Con muchas referencias y alguna
que otra sorpresa para los fanáticos, la cinta cuenta con un espíritu western
que, combinado con la reconocida música de la saga, se vuelve irresistible.
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