Sandra Bya vive con sus pequeños hijos y marido en Seraing,
una ciudad industrial de Bélgica. Debido a una depresión tuvo que dejar por un
tiempo su trabajo en una fábrica de paneles solares. Durante su ausencia, el
jefe se da cuenta que no hace falta que ella regrese a trabajar, los compañeros
pueden hacer horas extras y se cubre perfectamente su puesto. Si Sandra vuelve,
los demás no cobrarán mil euros más. El lunes se realizará una votación para ver
quién prefiere el regreso de Sandra o el dinero. Sandra sólo tiene el fin de
semana para ir casa por casa de los otros empleados para tratar de convencerlos
de que voten por ella y así no perder su trabajo. Pero esto no será sencillo ya
que muchos necesitan esos mil euros adicionales para cubrir sus gastos.
La historia es simple pero muy dura: la protagonista, aunque
no esté totalmente recuperada, necesita trabajar para mantener a su familia,
con el sueldo del marido no alcanza. Tocar el timbre en cada hogar, dar la cara
y andar pidiendo que se pongan en su lugar es una situación de lo más horrible,
porque es el empleador el que genera este problema y deja la pelea entre los
trabajadores. Sandra no fue la que dispuso que si vuelve a trabajar a los demás
se les sacara el bono extra, sin embargo es ella la que tiene a su empleo en
juego.
Gracias a la actuación magnífica de Marion Cotillard se hace
imposible no embarcarse en su camino, sufrir y empatizar con ella. Toda la
película está con jeans, musculosa, despeinada y a cara lavada, lo que ayuda a formar
un relato realista de una mujer con vestigios de una depresión severa que
cuenta con el apoyo de su marido, interpretado por Fabrizio Rongione. Él es el
que la anima, ahuyenta sus pensamientos negativos, la lleva con el auto a cada
casa de los compañeros del trabajo. Confía en que Sandra va a poder convencer a
las personas, cuando ni siquiera ella cree en sí misma.
El guión a veces se torna repetitivo porque a cada persona
Sandra le cuenta lo mismo: que realmente necesita el trabajo, que no se dejen
influenciar por su jefe, que no es su culpa esta situación. Sin embargo las
distintas reacciones por parte de los empleados mantienen el interés: algunos
son egoístas, no quieren abrir la puerta, otros por más que quieran no pueden
ayudarla porque realmente necesitan esa cantidad de dinero y en algunos se
refleja la solidaridad y compañerismo.
La indiferencia, vergüenza, fragilidad, lucha e injusticia
laboral definen a este film contado con escenas largas, casi sin música. En los
ojos de Sandra veremos cómo se siente una mendiga por andar pidiendo conservar
su empleo, cómo no quiere que sus hijos la vean llorar. La película parte de
algo sencillo para entrar en un tema profundo, con diálogos intensos que logran
emocionar. La construcción del personaje principal es notable y se empatiza
muchísimo con ella, lo que era fundamental para que la película funcionara.
Con un final que a pesar de todo te deja con una sonrisa
enorme, “Dos Días, Una Noche” llega a lo más profundo del espectador. Gracias a
la forma en la que está contada y a la enorme interpretación de Marion
Cotillard se convierte en una película excelente. Recomendadísima.
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