“El Castillo de Cristal” (The Glass Castle, 2017) es una
película dramática basada en la autobiografía homónima de la columnista de
chismes Jeannette Walls, libro que se mantuvo 261 semanas en la lista de Best
Seller de The New York Times. Está dirigida por Destin Daniel Cretton, que
también hizo el guión junto a Andrew Lanham. El reparto incluye a Brie Larson
(Mejor Actriz en los Oscars por La Habitación), Woody Harrelson (Haymitch en la
saga de Los Juegos del Hambre), Naomi Watts (que hace poco protagonizó la serie
de Netflix “Gypsy”), Ella Anderson, Max Greenfield, Josh Caras, Sadie Sink (Max
en Stranger Things 2), Brigette Lundy-Paine (Casey en la serie Atypical), Sarah
Snook, Robin Bartlett, Charlie Shotwell y Shree Crooks. Llegó a las salas
argentinas el 12 de octubre gracias a la distribuidora BF + Paris Films.
Jeannette Walls (Brie Larson) tiene un buen trabajo como
periodista, una hermosa casa en Nueva York, asiste a cenas con gente importante
y está a punto de casarse con David (Max Greenfield), un asesor financiero. A
pesar de las cosas buenas que tiene en su vida, su pasado familiar la
atormenta. Lo que sucedió en su infancia no puede ser evadido una vez que ella
ve por la ventanilla de un taxi a sus padres hurgando en la basura.
La película todo el tiempo va del presente al pasado para
mostrarnos cómo fue el modo de vida de Jeannette, con qué tuvo qué lidiar y por
qué ahora se siente de esa manera. Gracias a estos flashbacks vemos cómo se
manejaba su familia, conformada por el padre alcohólico Rex (Woody Harrelson),
la madre pintora Rose Mary (Naomi Watts) y sus hermanos Lori (Sadie Sink),
Maureen (Shree Crooks) y Brian (Charlie Shotwell). Ellos eran nómades ya que
Rex no tenía un trabajo estable, por lo que debido a su comportamiento y al no
pagar los impuestos, debían ir de acá para allá sin un hogar fijo.
Nos encontramos ante una película llena de golpes bajos que
impacta aún más al darnos cuenta que esto pasó en la realidad. Sus partes más
interesantes son las que retratan el pasado porque ahí es donde desde nuestra
posición como espectador podemos ver todas las cosas que andan mal en la
familia Walls. A la madre le importa más pintar un cuadro que cocinarle a sus
hijos, el padre funciona como el líder que está convencido que una vida alejada
del capitalismo es lo mejor y los hijos son los que pagan las equivocaciones de
sus padres. Éstos no los protegen, no se hacen cargo como deberían, toman
decisiones injustificables pero a la vez vemos que a su modo los quieren.
La cinta cuenta con muy buenas actuaciones por parte de
Naomi Watts, que en el presente está con un look de anciana súper creíble y
efectivo, y Brie Larson, que con sólo sus ojos transmite todo el dolor por el
que pasó. Los niños, en especial Ella Anderson como la pequeña Jeannette, tienen
roles complicados y salen airosos. Nos duele ver cómo pasan hambre, no tienen
donde bañarse o cómo van a jugar al patio de afuera cuando sus padres pelean.
Como cualquier chico en su infancia, ellos creen que lo que les promete su
padre se va a cumplir, por lo que cuando ven que los hechos no llegan su
desilusión es auténtica.
El que se lleva todos los aplausos es Woody Harrelson como
el padre de familia ya que su personaje genera sentimientos de lo más
contrapuestos. Su manera de ver el mundo es la de un soñador que no cree que
haya imposibles. Por un lado vemos cómo el alcohol lo afecta y lo lleva a ser
una persona horrible, por otro da buenas lecciones de vida a sus hijos. Durante
todo el metraje reinan sus malas acciones y actitudes por sobre lo bueno que
tiene y eso hace que los últimos 20 minutos nos desconcierten. La película da
un gran giro y lo que se nos venía planteando cambia, dejándonos como mensaje
que cada familia es un mundo y no hay nada mejor para uno mismo que el perdón.
Es por esto que el film tiene críticas tan divididas, muchos no están de
acuerdo con su desenlace, que llega a ser un poco forzado.
“El Castillo de Cristal” es una historia fuerte y real, con
una gran carga emocional que depende de quien la vea, le afectará en mayor o
menor medida. Tiene algunas escenas demás en sus 127 minutos, sin embargo deja
pensando y reafirma que dentro de una familia, mejor quedarse con lo bueno de
cada integrante.
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