“Roar” (2022) es una serie antológica de Apple TV creada por Liz Flahive y Carly Mensch. Compuesta por ocho episodios de aproximadamente media hora cada uno, la serie está basada en la colección de historias cortas homónima de Cecelia Ahern, autora irlandesa reconocida por “Posdata: te amo” (PS, I Love You) y “Donde termina el arco iris” (Where Rainbows End). Las protagonistas de cada historia son Issa Rae, Nicole Kidman (que también se desempeña como productora ejecutiva), Betty Gilpin, Cynthia Erivo, Merritt Wever, Alison Brie, Meera Syal y Fivel Stewart.
Consideradas
como fábulas feministas oscuramente cómicas, estas historias vienen a poner
sobre la mesa lo que significa ser mujer, con sus diferentes experiencias de
vida, la percepción que existe desde su entorno y cómo ellas se ven a sí
mismas.
Siempre
que nos encontramos con una película o serie antológica va a haber episodios
mucho mejores que otros. En “Roar”, el episodio tres y el ocho son los que no
logran estar a la altura de los demás. El primero nos recordará a la historia
de Rapunzel no por su extenso cabello, sino por el hecho de que a la modelo
Amelia (Betty Gilpin) su marido adinerado le construye una repisa para que ella
empiece a vivir allí, sin necesidad de trabajar ni hacer nada, simplemente
utilizada para la adoración visual de él mientras trabaja en su escritorio. Con
un tono de cuento de hadas, esta historia viene a hablarnos de la belleza, la
inteligencia, la crianza y, en especial, la validación externa. Sin embargo, el
desenlace no resulta el esperado, haciendo que el mensaje que se pretende dejar
quede a la deriva. En cuanto al capítulo final, tenemos un western vengativo en
el que la joven Jane (Fivel Stewart), amante de los caballos, desea obtener justicia
por la muerte de su padre. En su recorrido se le unirá Millie (Kara Hayward),
una de sus viejas amigas que es hija del pastor del pueblo. La trama se va
perdiendo sin dejar claro qué es lo que se nos quería contar, volviéndose
sumamente olvidable.
No
obstante, los demás episodios que componen “Roar” sí consiguen llegar a buen
puerto, siendo en su mayoría originales y bien planteados. El más emotivo sin
lugar a dudas es el segundo, protagonizado por Nicole Kidman. Con su hijo a
punto de irse a la universidad, Robin (Nicole Kidman) se toma unos días de su
trabajo, alquila una camioneta y se dirige hacia la casa de su madre, con la
que no posee una relación muy cercana. La idea consiste en que su madre se mude
a vivir con ella, ya que debido a su enfermedad pronto la memoria le comenzará
a fallar. El elemento fantástico de este capítulo es muy especial: en el viaje
Robin lleva consigo un álbum de fotos familiar y, anhelando con todo su ser
volver a sentirse en la niñez y adolescencia, toma el impulso de ir comiéndose
las diversas fotografías. Esto genera que ella pueda, a través de sus sentidos,
experimentar de nuevo lo que vivió en su pasado, con una frescura intacta. La
historia nos habla del paso del tiempo, los recuerdos y, por sobre todo, los
sentimientos que emergen en una mujer que está próxima a dejar a un lado el rol
de madre pero también el rol de hija.
Otro
de los episodios que da paso a la reflexión es el cuarto, llamado “La mujer que
encontró marcas de mordeduras en su piel”. Todo comienza cuando Ambia (Cynthia
Erivo) está por dar a luz a su segundo hijo. Lo que en un principio parece un
parto sencillo y tranquilo pronto se convertirá en un escenario aterrador, ya
que ni los médicos ni el marido de Ambia le prestan atención cuando ella repite
y repite que algo anda mal. A pesar de esa experiencia traumática, luego de un
tiempo Ambia decide regresar a trabajar. Su hija no está nada feliz con esta
situación. Por otro lado, su marido parece aceptar sin ningún problema la idea
de ocuparse de los niños. Con el transcurso de los días, el cuerpo de la
protagonista irá cambiando debido a la aparición de marcas que desgarran todo
su cuerpo, inclusive su cara. Estas mordeduras no son más que una
representación de la culpa que Ambia siente por dejar a sus hijos, porque su
marido en realidad la resienta y porque sus compañeros de trabajo hagan chistes
desubicados a la hora de que ella tenga que tomarse un pequeño descanso para
extraer su leche materna. Mostrando lo difícil que es balancear la vida laboral
y familiar, en especial cuando se tienen hijos chiquitos, lo bello del episodio
radica en ver cuál es la manera de que esas marcas vayan desapareciendo.
Para
los que gustan de las tramas alocadas pero con potente moraleja, el quinto
capítulo los sorprenderá. Conoceremos a Elisa (Merritt Wever), una mujer
profundamente insegura que aprovecha su tiempo en el parque para estudiar
medicina. Sentada en un banco, Elisa descubre que uno de los patos del lago le
habla. Interesada cada vez más en este animal, Elisa decide llevárselo a su
casa. Lo que no nos vemos venir es el giro que da esta historia, la cual nos
viene a mostrar una relación abusiva, tanto física como verbal, y lo difícil
que es salir de esta situación cuando el otro prácticamente te acorrala, alejándote
de tus seres queridos y de todo lo que te antes te interesaba. En este caso, el
desenlace está muy bien pensado, haciendo valer y estando en concordancia con
lo que se nos contó de antemano.
Para
finalizar, los episodios uno, seis y siete también tienen temáticas valiosas.
La discriminación hacia Wanda (Issa Rae), una autora negra que se animó a
escribir un hecho traumático que vivió solo para que unos ejecutivos quieran
aprovecharse del material a su conveniencia, sin respetar sus deseos; el casi nulo
interés que dos detectives egocéntricos le ponen al intentar descifrar el
asesinato de Rebecca (Alison Brie), la cual, como en “Ghost: la sombra del
amor”, está presente sin que los demás la puedan ver; y la historia de Anu
(Meera Syal), una mujer de 60 años que se encuentra harta de estar atrapada en
la rutina, por lo que decide cambiar a su marido por otro en una sección
especial del supermercado. La valentía de hacerse cargo de su propia narrativa,
el odio y violencia contra las mujeres que los jóvenes consumen en Internet y
la importancia de la comunicación y del conocerse a uno mismo antes de entablar
una relación, todo eso está bien retratado en estos capítulos que no dejan
indiferente al espectador.
Aunque
“Roar” no es perfecta, su creatividad llama la atención, logrando aportar
varios granitos de arena feministas al mundo patriarcal en el que vivimos. Con
metáforas sencillas de descifrar, buena cinematografía y actuaciones, se
agradece ver algo refrescante y significativo en la pantalla de televisión.
Puntaje:
7,50
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