martes, 24 de diciembre de 2019

Un escape con su amante

“Nosotros tres” (Qui m'aime me suive!, 2019) es una comedia dramática francesa dirigida y co-escrita por José Alcala (Alex, Coup d'éclat). Protagonizada por Daniel Auteuil, el reparto se completa con Catherine Frot, Bernard Le Coq, Solam Dejean-Lacréole, Vanessa Paric, India Hair, Anne Benoît, Diouc Koma, entre otros.
                  

La historia gira alrededor de Gilbert (Daniel Auteuil) y Simone (Catherine Frot), una pareja que vive en un pueblo del sur de Francia hace 35 años. Debido a la sumatoria de deudas y el malhumor y poca tolerancia de Gilbert, un día Simone decide irse de allí para recuperar su libertad. Al huir con su amante Etienne (Bernard Le Coq), Gilbert queda solo en su hogar y recibe una inesperada llamada: la de su hija Nathalie (Vanessa Paric), la cual no se habla con él hace años debido a los insultos de éste hacia su marido. Como Simone no se encuentra allí, a Nathalie no le queda otra alternativa que pedirle a su padre que cuide a su hijo Terence (Solam Dejean-Lacréole), ya que ella tiene asuntos importantes de los que ocuparse en los próximos días. Sin llevarse para nada bien en un principio, nieto y abuelo se pondrán en marcha para recuperar a Simone.

Una comedia de enredos con toques dramáticos hacia el desenlace es lo que vamos a encontrar en “Nosotros tres”, película que se deja ver pero que no consigue aportar absolutamente nada al género. Sueños que no llegaron a cumplirse (Simone siempre quiso tener su propia pizzería para dar de comer a la gente), peleas matrimoniales, viajes en coche, una boda que termina arruinada, un amigo traicionero, caprichos que parecen de adolescentes y un nene travieso que reconectará con su abuelo reparando vehículos juntos conforman los 90 minutos del filme.

Por más irreal que se vuelva la cinta a medida que avanza el metraje, y con un par de coincidencias que son muy beneficiosas para el guión, como espectador no surge molestia o hastío para llegar al final. No obstante, se nota que los personajes deberían tener un mejor desarrollo ya que nunca se consigue conectar con ellos, aparte de que la cuota dramática de la película no logra emocionar ni un poco.

Con respecto al engaño amoroso, Simone tiene actitudes que dejan mucho que desear y hacen que su rol se vuelva bastante superficial. Lo más atractivo entonces se da en el lazo dispar entre Gilbert y Terence, abuelo y nieto respectivamente.

Intrascendente pero amena, “Nosotros tres” es una opción muy light para desconectar el cerebro y dejarse llevar por los conflictos de la familia Castaldo.

Puntaje: 6

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Enfrentar los miedos

“Star Wars: El ascenso de Skywalker” (Star Wars: Rise of Skywalker, 2019) es una película de ciencia ficción espacial dirigida, co-escrita y producida por J. J. Abrams. Basada en los personajes creados por George Lucas, la cinta funciona como conclusión de la trilogía que comenzó en el 2015 con “Star Wars: El despertar de la Fuerza” (Star Wars: The Force Awakens) y siguió en el 2017 con “Star Wars: Los últimos Jedi” (Star Wars: The Last Jedi). En el reparto vuelven a estar presentes Daisy Ridley, Adam Driver, Carrie Fisher, Oscar Isaac, John Boyega, Domhnall Gleeson, Joonas Suotamo, Mark Hamill, Kelly Marie Tran, entre otros.


Un año después de los eventos ocurridos en “Los últimos Jedi”, la galaxia vuelve a correr peligro debido al regreso del más oscuro de los villanos, el cual se creía extinto. Con el beneficio de contar con un espía dentro de la Primera Orden, la Resistencia liderada por la princesa Leia Organa (Carrie Fisher) tendrá que ponerse en marcha rápidamente para hallar el orientador de los Sith, instrumento que contiene las coordenadas de Exegol, planeta donde se encuentra el enemigo. Durante esta travesía, las amenazas serán diversas para todo el grupo pero en especial para la chatarrera Rey (Daisy Ridley), joven que debió interrumpir sus lecciones de Jedi y a la que Kylo Ren (Adam Driver) le está pisando los talones.


Luego de una trilogía iniciada en 1977 donde conocimos a personajes que se volvieron íconos de la cultura popular, y después de las dudosas tres películas dirigidas por George Lucas que funcionaron como precuelas, llega el final de otra camada de filmes dentro de este vasto universo intergaláctico. Como podrán recordar, “El despertar de la Fuerza” fue bien recibida tanto por la crítica como por el público gracias a que, a pesar de no contar con originalidad, supo mantener el espíritu de la franquicia. No sucedió lo mismo con “Los últimos Jedi”, producción dirigida por Rian Johnson que dividió las aguas entre los fanáticos. Con el regreso de J. J. Abrams, si hay algo que está asegurado es que “Star Wars: El ascenso de Skywalker” va a dar que hablar.

Empecemos por lo negativo: desde el guión la película presenta situaciones muy beneficiosas para sí misma, en donde justo cuando se está en un momento que ya no tiene vuelta atrás aparece un personaje de la nada para salvar el día. Si esto sucediera una sola vez no habría problema, sin embargo cuando son tres o más escenas en las que pasa lo mismo, el efecto sorpresa ya no se consigue. Por otro lado, el guión también falla a la hora de darnos explicaciones sobre los sucesos. Al ser apresurados, Chris Terrio y J. J. Abrams nos dan poca información que debe ser aceptada de inmediato ya que la aventura no se detiene por nada ni por nadie. Además, algunos chistes se sienten sumamente desencajados y no consiguen causar ni siquiera una sonrisa (por suerte el humor no predomina en el filme).

Dicho esto, los aspectos positivos son muchos más y, a mi parecer, consiguen opacar a los errores. Con un nivel técnico que supera a sus antecesoras gracias al buen uso de la iluminación, escenarios deslumbrantes y una paleta de colores bellísima donde se destacan los colores celeste, blanco y negro, la cinta mantiene una épica digna de un episodio final. Las coreografías de las batallas hacen que sea imposible apartar los ojos de la pantalla, el ritmo no decae en ningún momento y la potencia que tiene la voz del villano principal impone respeto de inmediato.

Pero, por sobre todo, la película se destaca por su protagonista y todo el mensaje que gira a su alrededor. Daisy Ridley en las entregas anteriores había demostrado que el personaje de Rey le calzaba a la perfección, sin embargo aquí es donde verdaderamente podremos conocer su interior, el cual está cargado de miedos que tienen que ver con su destino. Rey no necesita de muchas palabras para que entendamos lo que le pasa: sus gestos hablan por sí solos (Ridley tiene una expresividad increíble). Lo que ella atraviesa es un claro referente para cualquier persona que se siente marcada por su pasado, dando la pauta de que los lazos de sangre no tienen por qué definirte como ser humano y que la solución no está en recluirse del mundo, sino que hay que salir y enfrentar los temores por más difícil que sea. El coraje de la joven carroñera, que está en una encrucijada súper complicada, resulta admirable y es por ello que el plano final del filme emociona, ya que está cargado de fuerza y significado.

Con cameos de personajes entrañables, un C-3PO que sigue dándonos comentarios graciosos, un Adam Driver que le otorga a su Kylo Ren la mayor dualidad y una heroína tan vulnerable como poderosa, “Star Wars: El ascenso de Skywalker” logra que sus 141 minutos de duración se pasen volando. Entretenida de principio a fin, la película es una cita obligada al cine para cualquier persona que disfrute de la ciencia ficción.

Puntaje: 8

lunes, 16 de diciembre de 2019

Revelar la verdad cueste lo que cueste

“Secretos de Estado” (Official secrets, 2019) es un docudrama político dirigido y co-escrito por Gavin Hood. Basado en el libro de Thomas y Marcia Mitchell llamado "The spy who tried to stop a war: Katharine Gun and the secret plot to sanction the Iraq invasion", la película está protagonizada por Keira Knightley. Completan el reparto Matt Smith (Doctor Who, The Crown), Matthew Goode (Lazos perversos), Ralph Fiennes, Rhys Ifans (The Amazing Spider-Man), Hattie Morahan, Jeremy Northam, entre otros. Tuvo su premiere mundial a comienzos de año en el Festival de Cine de Sundance.


La cinta cuenta la verdadera historia de Katharine Gun (Keira Knightley), una traductora que en 2003 trabajaba para el Servicio de Inteligencia Británica. Cuando Gun lee un documento secreto de la Agencia de Seguridad Nacional que detallaba cuáles eran los planes de Estados Unidos para dar inicio a una guerra ilegal contra Iraq bajo el mandato de George Bush, ella decide filtrar esos papeles y dárselos a Yvonne Ridley (Hattie Morahan), una periodista anti guerra que se los hace llegar a Martin Bright (Matt Smith), trabajador del periódico The Observer. Desde que la información delicada se hace de público conocimiento, Katharine será acusada como traidora por violar la Ley de Secretos Oficiales, además de que el gobierno complicará la estadía en Reino Unido de su marido kurdo Yasar (Adam Bakri).


Con muchos datos duros por asimilar y siglas que no son usuales en nuestro país, esta nueva producción de Gavin Hood, responsable de la fallida “X-Men orígenes: Wolverine” (X-Men Origins: Wolverine, 2009), funciona como thriller y se deja ver gracias a la correcta actuación de su protagonista. Keira Knightley deja de lado los papeles de época que tan bien la benefician para encarnar a una mujer que existe en la realidad. Katharine Gun tuvo la enorme valentía de no quedarse callada y hacer algo al respecto para que su pueblo no sea engañado. Con objetivos bien claros, el personaje de Gun es el que nos va a interesar durante todo el metraje, gracias a que los guionistas se tomaron su tiempo para mostrarnos cómo es ella tanto en el trabajo como en su hogar.

Indignada por las declaraciones falsas que ve en el noticiero, Katharine genera empatía con el espectador por luchar desde su lugar arriesgando por completo la estabilidad de su vida. Al ver que Estados Unidos tenía la intención de conseguir la aprobación de diversos países para catalogarlos como aliados y así poder destruir a Iraq con fundamentos sobre armas nucleares que no estaban confirmados, a la traductora le resulta imposible quedarse callada ante semejante situación. Por otro lado, la tensión aumenta una vez que dentro de su empleo se decide interrogar individualmente para descubrir quién es el responsable de la filtración de información. Otra vez, el coraje de Katharine se vuelve admirable.

No obstante, al ser tan hablada y manejar un lenguaje complicado de seguir, la película llega a tornarse bastante pesada, en especial porque el montaje no ayuda a que exista un ritmo parejo durante todo el metraje. Además, el desenlace pierde por completo la fuerza que se logró manejar en variadas escenas, dejando una sensación gélida y de indiferencia.

“Secretos de Estado” expone un suceso interesante que merecía ser contado, sin embargo la manera en la que fue llevado a la pantalla grande no llega a ser fructífera si es analizada en su conjunto. Es solo gracias a Knightley que el filme se deja ver.

Puntaje: 6 

La decadencia de la sociedad italiana

“La dolce vita” (1960) es una tragicomedia dirigida por Federico Fellini, que también participó en la escritura del guión junto a Ennio Flaiano y Tullio Pinelli. Protagonizada por Marcello Mastroianni, el reparto se completa con Yvonne Furneaux, Alain Cuny, Anita Ekberg, Anouk Aimée, Walter Santesso, Riccardo Garrone, Annibale Ninchi, Magali Noel, Carlo Musto, Nadia Gray, Lex Barker, Valeria Ciangottini, entre otros. Ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes de 1960, la cinta se reestrena remasterizada tanto en imagen como en sonido.


La historia gira alrededor de Marcello Rubini (Marcello Mastroianni), un fotoperiodista romano que a finales de los años cincuenta va de fiesta en fiesta, no ama a su pareja Emma (Yvonne Furneaux) y en realidad quiere ser escritor pero no se anima a cumplir su deseo. A través de sus paseos por diferentes lugares de Italia, seremos testigos de las oscuras particularidades que tenía en esa época la aristocracia.


Descrita por The New York Times como “una de las películas más vista y aclamada de la década de 1960”, la obra de Fellini no presenta una estructura narrativa usual, lo que puede llegar a confundir bastante al espectador. Con una primera escena que funciona como prólogo para después pasar a siete episodios que solo están conectados por su protagonista y terminar con un epílogo, “La dolce vita” más que contar una única historia busca reflejar cómo era la sociedad italiana, en especial la clase alta, al vivir en una ciudad recuperada completamente de la Segunda Guerra Mundial.

De esta manera, y a través de variados personajes, veremos cómo ninguno de ellos se encuentra feliz. Los burgueses pretenden escapar de la realidad organizando grandes fiestas nocturnas que se caracterizan por el excesivo uso de alcohol y las drogas; a las mujeres se las maltrata tanto físicamente como incentivándolas a que hagan bailes provocativos o engañándolas; con la llegada en avión de Sylvia (Anita Ekberg), una famosa actriz, los paparazzi son el claro ejemplo de la falta de moral y ética que existe en el periodismo, ya que éstos hacen preguntas completamente sexistas y no les importa nada con tal de conseguir el mejor ángulo para sus fotografías.

Marcada por el vacío, la desesperanza y la incomunicación, la película se llega a sentir muy transgresora y polémica incluso aunque hayan pasado muchos años desde su estreno, siendo entendible por qué fue censurada en varios países y condenada por la Iglesia Católica. Pero, por sobre todas las cosas, “La dolce vita” sabe transmitir con maestría la insatisfacción de personajes que no tienen en claro cuál es el sentido de la vida, por lo que se vuelcan a la sobredosis, los celos, la destrucción, las fuertes discusiones, el asesinato, el miedo a salir de la zona de confort e incluso el suicidio.

Sin poder establecer empatía con ninguno de los personajes, no hay dudas de que algunos momentos del filme quedarán impregnados en la memoria por representar lo retorcidos que pueden llegar a ser los deseos más íntimos del ser humano o la sensación que despierta ver a una mujer en su máximo esplendor. La película sirve para rememorar una época de lujos banales, más allá de eso los episodios inconexos en su conjunto pueden generar en muchos espectadores que la longitud de tres horas se padezca ya que, sin un hilo conductor, la obra se vuelve difícil de digerir.

Puntaje: 7

Una noche extenuante

“Lejos de Pekín” (2019) es una película dramática nacional dirigida y escrita por Maximiliano González. Protagonizada por Elena Roger y Javier Drolas, el reparto se completa con Cecilia Rossetto, José María Marcos, entre otros. La cinta constituye el cierre de una trilogía que inició con las películas “La soledad” (2007) y “La guayaba” (2012), en donde el hilo conductor gira alrededor de la problemática social de la mujer en la región del Litoral argentino.


La arquitecta María (Elena Roger) y Daniel (Javier Drolas), el cual se dedica a importar productos desde China, llevan ya ocho años de casados. Sin haber podido concretar su deseo de ser padres, la pareja realiza los trámites legales y, después de varios viajes al norte argentino, les llega la oportunidad de adoptar. Sin embargo, una vez que llegan a Misiones y se encuentran con la asistente social para dar comienzo al período de vinculación, algo inesperado sucede. María y Daniel atravesarán una noche extensa, llena de miedos, incertidumbre, soledad y esperanza.

Luego de que “La soledad” tratara sobre las madres niñas y “La guayaba” sobre la prostitución, Maximiliano González decide dar por finalizada esta trilogía con la temática de la adopción legal. Sin tener continuidad con respecto a las tramas de las películas pasadas pero sí mostrando una conexión a la hora de reflejar diversas dificultades que atraviesa la mujer, el director prefiere dejar muchas preguntas sin respuesta en el espectador.

Esto genera que, a la hora de ver “Lejos de Pekín”, haya que tener mucha paciencia. Con muy pocos diálogos y carente de ritmo, la película se vuelve soporífera en más de una ocasión. Sin poder empatizar con ninguno de los personajes, ya que no tenemos la suficiente información que nos permita conocerlos, los 82 minutos de duración se vuelven pesados e interminables, en especial porque la cinta peca de pretenciosa.

Con una lluvia incesante que funciona como metáfora, el director se toma su tiempo para narrar esta historia que en muchas oportunidades divaga entre cuentos y anécdotas. A pesar de contar con una escena poderosa donde la pareja da el primer vistazo a la niña que ha sido puesta en adopción ya que su madre no puede mantenerla, no se logra ahondar mucho más allá. Los escenarios embarrados encajan muy bien con esta trama que termina volviéndose demasiado poética y filosófica para el espectador común.

Los protagonistas hacen lo que pueden con un guión flojo que no les permite lucirse, generando que en cierto punto el interés se pierda por completo. “Lejos de Pekín”, título que se llega a sentir sumamente desencajado, podría haber narrado una historia tan emocional como atrapante, pero echó por la borda su conflicto principal para centrarse en simbolismos y metáforas que complican y terminan dejando en el olvido a una película completamente confusa.

Puntaje: 4

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Un caso muy enredado

“Entre navajas y secretos” (Knives out, 2019) es una película de misterio con toques de drama y comedia dirigida, escrita y producida por Rian Johnson (Looper, Star Wars: los últimos Jedi). Protagonizada por Ana de Armas (Blade runner 2049), el reparto se completa con actores de renombre tales como Daniel Craig, Don Johnson, Jamie Lee Curtis, Toni Collette, Christopher Plummer, Chris Evans, Michael Shannon, LaKeith Stanfield, Katherine Langford (Hannah Baker en “Por trece razones”), Jaeden Martell (Bill Denbrough en “It”), K Callan, Edi Patterson, Riki Lindhome, entre otros. La cinta tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto.


Con motivo de su cumpleaños número 85, el escritor de novelas de crímenes Harlan Thrombey (Christopher Plummer) invita a su extensa familia a pasar una agradable velada en su formidable caserón. A la mañana siguiente, el ama de llaves Fran (Edi Patterson) abre la puerta del cuarto de Thrombey para dejarle el desayuno y, para su sorpresa, se encuentra con que el anciano ha muerto. Una semana después, el reconocido investigador privado Benoit Blanc (Daniel Craig) se instalará en la mansión para interrogar a los familiares de Harlan y tratar de hallar pistas alrededor del caso: ¿fue un suicidio o alguien de los Thrombey tenía motivos suficientes como para asesinarlo?


Ya tuvimos varias películas enfocadas en dilucidar quién es el responsable de un asesinato. Como un ejemplo reciente tenemos a “Asesinato en el Expreso de Oriente” (Murder on the Orient Express, 2017), cinta basada en la novela homónima de Agatha Christie que también contaba con un elenco de estrellas de Hollywood. No obstante, Rian Johnson fue capaz de honrar al género aportándole frescura y originalidad, ya que el director decidió cambiar la estructura narrativa usual de este tipo de historias. En vez de darnos la revelación entera en el desenlace, Johnson se arriesgó a mostrarnos qué es lo que ocurrió con Harlan Thrombey entre el primer y segundo acto del filme, sin perder ni un ápice del interés que tan bien supo construir en el espectador durante el comienzo.

Con un buen balance entre comedia y drama, y una atmósfera claustrofóbica que funciona siempre que la historia se desarrolla dentro del caserón, la película se destaca no solo por su ingenioso guión sino también por sus actuaciones. Era probable que, como pasó con la adaptación de la novela de Agatha Christie, al tener tantas figuras reconocidas en el reparto, muchas no tuvieran suficiente tiempo en pantalla para destacarse. Por suerte, este no es el caso de “Entre navajas y secretos” puesto que a cada actor se lo nota en la misma sintonía: muy comprometido con lo que se quiere contar. Aparte de las geniales interpretaciones de Toni Collette, Jamie Lee Curtis y Chris Evans, los que verdaderamente sobresalen en esta ocasión son Daniel Craig y Ana de Armas. Nadie se veía venir que esta última fuera la protagonista, sin embargo al ponerse en la piel de la enfermera Marta Cabrera la actriz cubano-española demuestra que tiene lo necesario para estar en el rol principal.

Por otro lado, Rian Johnson creó un relato que contiene una fuerte crítica social alrededor del ego estadounidense y la problemática de los inmigrantes indocumentados. No se puede comentar mucho sobre esto debido a los spoilers, pero sí podemos decir que al desarrollar la temática de una forma sutil pero reflexiva, el plano final logra ser potente, perfecto y poderoso.

Con un guión que no subestima al espectador, giros narrativos inteligentes, personajes atrapantes y un montaje exquisito, “Entre navajas y secretos” consigue dar una vuelta de tuerca innovadora al género. Cuando todo llega a cuadrar, no podrás escapar de las ganas de ir a verla otra vez.

Puntaje: 8,50

Ser padre en un mundo inestable

“La luz del fin del mundo” (Light of my life, 2019) es una película dramática dirigida, escrita y protagonizada por Casey Affleck (Manchester junto al mar, A ghost story). Completan el reparto Anna Pniowsky, Tom Bower, Elisabeth Moss, Hrothgar Mathews, Thelonius Serrell-Freed, entre otros. La cinta tuvo su premiere mundial a comienzos de año en el Festival Internacional de Cine de Berlín.


Luego de una peste llamada QTB que acabó con la población femenina, un padre (Casey Affleck) deberá proteger a su hija Rag (Anna Pniowsky), la cual es inmune. Manteniendo una vida nómade en donde siempre deben mantenerse alerta, los dos intentarán sobrevivir a base de reglas mientras el gélido invierno se aproxima.


Recordándonos al filme apocalíptico “La carretera” (The road, 2009) y a tantos otros en donde se nos plantea un mundo solemne y desequilibrado, Casey Affleck en esta oportunidad decide enfocarse en la relación entre padre e hija cuando todas las demás personas que quedaron en el planeta resultan una amenaza por no saber a ciencia cierta cuáles son sus intenciones. De esta manera, el hombre toma la posición de no permitirle a Rag que se vista con ropa de mujer, por miedo a que cualquiera descubra su género y quiera secuestrarla para otros fines. Sin contar con muchas explicaciones, lo que puede generar que a muchos la película les parezca lenta, el trabajo como director de Affleck se destaca por ser atmosférico, intimista y con clara atención a la construcción de sus personajes protagónicos.

Luego de participar en series y largometrajes que se estrenaron directamente por televisión, la joven Anna Pniowsky aquí demuestra que como actriz tiene un futuro promisorio. No solo Rag parece ser la única niña que queda en la Tierra, sino que la joven está próxima a atravesar la pubertad, con todos los cambios que eso conlleva. Con una curiosidad típica de la edad que se manifiesta a través de preguntas creativas y profundas, además de unas ganas irrefrenables de establecer su punto de vista ante determinadas situaciones, la interpretación de Anna Pniowsky es uno de los mayores aciertos del filme.

Como el vínculo entre el padre y la hija resulta genuino en todo momento (gracias no solo a las actuaciones sino también a los diálogos sinceros), Affleck consigue que el espectador mantenga el interés y tema por el bienestar y seguridad de estas personas. Sin embargo, algo que sí se siente poco trabajado es el desenlace, ya que resulta brusco, dejándonos con ganas de ver más de Rag y su padre. Unos minutos más de metraje no hubiesen molestado en absoluto.

A pesar de ello, “La luz del fin del mundo” se alza como otro buen filme de supervivencia, en este caso centrado en mostrar el gran afecto y dificultad que reúne la paternidad. Tanto detrás como delante de cámara, Casey Affleck demuestra autenticidad, corazón y responsabilidad por lo que quiere contar.

Puntaje: 7,50

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Una vida patas para arriba

“Last Christmas: otra oportunidad para amar” (Last Christmas, 2019) es una comedia romántica dirigida por Paul Feig (Damas en guerra, Un pequeño favor) y co-escrita por Emma Thompson, la cual creó la historia junto a su marido Greg Wise. Basada en la reconocida canción navideña del dúo británico Wham!, la cinta está protagonizada por Emilia Clarke (Juego de tronos) y Henry Golding (Locamente millonarios). Completan el reparto Michelle Yeoh, Lydia Leonard, Emma Thompson, Ritu Arya, Maxim Baldry, Patti LuPone, Margaret Clunie, Boris Isakovic, entre otros.


La trama gira en torno a Kate (Emilia Clarke), una joven inmigrante de Yugoslavia que trabaja en una tienda londinense de accesorios de Navidad que permanece abierta durante todo el año. Luego de que el año pasado fuera complicado para su salud, Kate no se encuentra conforme con la vida que lleva: vestirse cada día de elfo para ir a trabajar le parece espantoso, la relación con su familia no es buena al punto de que prefiere dormir en la casa de algún amigo al que le sobre un sillón y la alimentación que lleva está lejos de ser saludable. No obstante, cuando Kate se tope afuera del negocio con el misterioso Tom Webster (Henry Golding), las cosas comenzarán a cambiar.


Pocas semanas quedan para la llegada de las fiestas y, tanto en la cartelera como en las plataformas digitales, las producciones navideñas se empiezan a abrir paso. En este caso estamos ante una coproducción entre Estados Unidos y Reino Unido que derrocha diversión, risas, ternura y una chispa de magia. Con un guión sumamente entretenido, uno de los puntos fuertes del filme sin lugar a dudas es su protagonista. Ya habíamos visto en “Yo antes de ti” (Me before you, 2016) que a Emilia Clarke los papeles cómicos combinados con el romance le quedan perfectos. Esta no es la excepción ya que Clarke es el alma de “Last Christmas”: de entrada su Katarina (Kate como prefiere que la llamen) logra que nos interesemos por completo en la película.

Por otro lado, los momentos dramáticos también están bien logrados. A pesar de que el trailer promocional no es recomendable de ver por lo mucho que puede llegar a spoilear, aparte de que el giro narrativo final no puede escapar al cliché y obviedad, la película plantea una crisis existencial que consigue emocionar por lo mucho que el espectador se puede llegar a sentir identificado.

Incomprendida por la gente a su alrededor, Kate está atravesando una etapa en la que todo pareciera salirle mal, generando que ella llegue a pensar que es inservible. Tom será el encargado de hacerle cambiar su perspectiva de vida, dejándonos moralejas que para estas fechas vienen como anillo al dedo tales como lo bien que hace el ayudar al prójimo y la importancia de saber apreciar lo que cada uno tiene. Sin caer en el drama aleccionador superficial, la obra es ideal para ser disfrutada por toda la familia.

Con una buena química protagónica y una banda de sonido súper pegadiza que incluye varios temas de George Michael, “Last Christmas: otra oportunidad para amar” tiene la dulzura y el encanto necesario para ser vista cada víspera de Navidad. Imposible salir de la sala de cine sin sonreír.

Puntaje: 7,50

Secretos y engaños

“El buen mentiroso” (The good liar, 2019) es una película de suspenso y drama dirigida y producida por Bill Condon (Amanecer parte 1 y 2, La bella y la bestia). Basada en la novela homónima escrita por Nicholas Searle, el guión corre por parte de Jeffrey Hatcher. Protagonizada por Ian McKellen y Helen Mirren, el reparto se completa con Jim Carter (Downton Abbey), Russell Tovey, Laurie Davidson, Phil Dunster, Spike White, Mark Lewis Jones, Jóhannes Haukur Jóhannesson, entre otros.


En el 2009, dos personas de la tercera edad se conocen a través de un sitio web de citas y deciden verse cara a cara en un restaurante. Ellos son Betty McLeish (Helen Mirren), una ex profesora de historia en Oxford que quedó viuda hace un año, y Roy Courtnay (Ian McKellen), un anciano que está solo ya que casi ni tiene relación con su hijo, el cual vive en el extranjero debido a su trabajo. No obstante, no todo es lo que parece: Roy es un estafador profesional que pretende ganarse la confianza de Betty para acceder a su millonaria fortuna. Haciéndole creer que su rodilla está en malas condiciones como para poder subir las escaleras de su hogar, Roy consigue alojarse en la casa de Betty, aunque esto no es bien visto por Steven (Russell Tovey), nieto de la señora. Junto a su socio Vincent (Jim Carter), y unas cuentas mentiras más, Roy buscará convencer a Betty de que abrir una cuenta bancaria conjunta es la mejor alternativa para generar inversiones.


El director Bill Condon en esta ocasión reúne a dos veteranos de la actuación para brindarnos un atrapante juego del gato y el ratón. Con una música elegante por parte de Carter Burwell, la película presenta una buena estructura narrativa que, sumado a un acertado guión, logra mantener la atención del espectador durante todo el metraje. Muy fácil de spoilear, el filme se disfruta en mayor medida si se va a la sala de cine conociendo solo lo esencial.

Luego de roles fallidos y bastante lamentables en cintas como “Belleza inesperada” (Collateral beauty, 2016), “La maldición de la casa Winchester” (Winchester, 2018), “El cascanueces y los cuatro reinos” (The nutcracker and the four realms, 2018) y la desastrosa “Anna” (2019), por fin podemos ver de vuelta a Helen Mirren en un papel que le calza a la perfección. Por otro lado, Mckellen está incluso mejor que ella ya que su Roy presenta una maldad que se va acentuando cada vez más con el transcurso de las escenas. Esta dupla constituye uno de los mejores aspectos del filme, siendo un deleite verlos interactuar en la pantalla grande.

A pesar de que el primer flashback puede llegar a descolocar en un principio, ya el segundo resulta orgánico y necesario para lo que se quiere mostrar. En cuanto al giro del tercer acto, éste no escapa de la previsibilidad. Sin embargo, funciona por todo lo que va más allá, que definitivamente no lo veíamos venir y nunca deja de perder el sentido.

Teniendo en cuenta que diciembre se caracteriza por la escasez de buenas películas en cartelera, “El buen mentiroso” triunfa ya sea por sus actuaciones protagónicas, su guión o la música. Entretenida de principio a fin, Bill Condon demuestra que sabe cómo mantener el ritmo al armar una historia de fácil comprensión para el espectador.

Puntaje: 7,50

Una desquiciada costumbre familiar

“Boda sangrienta” (Ready or not, 2019) es un thriller de horror y comedia negra dirigido por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett. Con un guión a cargo de Guy Busick y Ryan Murphy, el reparto incluye a Samara Weaving, Mark O’Brien, Nicky Guadagni, Adam Brody, Melanie Scrofano, Henry Czerny, Andie MacDowell, Elyse Levesque, entre otros. Tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Fantasía que se realiza en Canadá.


La historia se centra en Grace (Samara Weaving), una joven que se acaba de casar con Alex (Mark O’Brien). En la noche de bodas, Alex le cuenta a Grace que, para que ella sea aceptada en su familia de clase alta, debe realizar una iniciación a través de unos juegos de mesa. Cuando Grace se reúne con los Le Domas, el padre de Alex la incentiva a sacar una carta de una aparentemente impenetrable caja. Para mala suerte de Grace, a ésta le termina tocando el juego de las escondidas, carta que no salía hace 30 años. Sin saberlo en un principio, Grace tendrá que hacer lo posible por no toparse con ningún Le Domas hasta el amanecer, ya que las escondidas en esa mansión no son para nada usuales.


Son pocas las veces en las que a la cartelera llegan películas lo suficientemente originales que, sin tomarse en serio a sí mismas, logran un buen producto cinematográfico mezclando géneros. Este es el caso de “Boda sangrienta”, un filme que entretiene, mantiene la tensión y a la vez consigue hacer reír en sus cortos 95 minutos.

Con un espléndido diseño de la gran mansión donde transcurre casi toda la acción, sumado a un buen uso de la iluminación, este thriller nos presenta a una familia disfuncional que está a un nivel inimaginable de locura. Con pocas y rápidas explicaciones al comienzo del filme sobre por qué los Le Domas se desenvuelven de una forma tan descabellada, el recorrido que atraviesa Grace para intentar sobrevivir es muy atrapante, haciéndonos retorcer de dolor en un par de ocasiones.

A pesar de que ciertas situaciones se notan muy beneficiosas para que la película continúe su curso, y que en el tercer acto algunos personajes cambien de parecer sin razón aparente, es Samara Weaving la que da todo de sí para que nos siga interesando la trama hasta el final. De un panorama feliz y acogedor, Grace pasa en minutos a tener una pesadilla impensada, donde cada Le Domas representa un peligro inminente por su vida. La actriz australiana ya tenía experiencia en filmes de este estilo (hizo “The Babysitter”, una cinta alocada de Netflix), por lo que aquí queda confirmado que el género le sienta a la perfección.

Sumamente bizarra, en especial en su desenlace, “Boda sangrienta” es una opción a tener en cuenta si se quiere pasar un buen rato con amigos. Sin dudas, las particularidades de la familia Le Domas sacarán más de una risa.

Puntaje: 7

Cada familia es un mundo

“Las buenas intenciones” (2019) es una comedia dramática nacional que constituye la ópera prima de Ana García Blaya. Protagonizada por Javier Drolas (Severina) y la debutante Amanda Minujín, el reparto se completa con Ezequiel Fontenla, Jazmín Stuart (Recreo), Carmela Minujín, Juan Minujín y Sebastián Arzeno. La película fue la única producción nacional seleccionada para participar en la categoría Nuevos Directores del Festival de Cine de San Sebastián. Además, la cinta tendrá su estreno mundial en la competencia Discovery del Festival Internacional de Toronto.


Buenos Aires, principios de los noventa. Amanda (Amanda Minujín) tiene 10 años, dos hermanos menores llamados Lala (Carmela Minujín) y Manu (Ezequiel Fontenla) y padres separados. Cuando su madre Ceci (Jazmín Stuart) propone mudarse a Asunción, Paraguay, con su novio Guille (Juan Minujín) y los chicos, a Amanda la vida le da un vuelco de 180 grados. Aunque su padre Gustavo (Javier Drolas) es desorganizado y llega tarde a todos lados, Amanda tomará la difícil decisión de quedarse junto a él.

A través de figuritas, partidos de fútbol y videos caseros, la primera película de Ana García Blaya transmite una nostalgia pura a la infancia y la vida de antaño, donde los precios eran otros, los actos escolares se grababan con una aparatosa filmadora y la música se escuchaba a través de cassette. Desde el vamos se nota que esta historia es súper personal para la directora y que está hecha con muchísimo corazón, con un equipo de trabajo al que le importa completamente lo que se quiere contar.

Con la música como un personaje más, la película es un retrato familiar que no se siente en ningún momento artificial, dándonos la sensación de que la trama tranquilamente podría ocurrir en la vida real. Para lograr esto los diálogos y actuaciones debían estar a la altura y por suerte aquí esos dos aspectos brillan. No solo las conversaciones entre los hermanos o entre padres e hijos tienen una naturalidad especial y única, sino que también el desempeño actoral sorprende. En especial por la dirección de los actores que son niños, siendo Amanda Minujín la que tiene mayor tiempo en pantalla.

Teniendo en cuenta que es su primer trabajo en cine, la hija de Juan Minujín logra transmitir un montón de emociones. Al tener a un padre inmaduro y que se la pasa de fiesta en fiesta, Amanda es la que toma el lugar de responsabilidad a la hora de cuidar a sus hermanos. Con los roles invertidos, la nena presenta un crecimiento interno adelantado para su edad, sin que eso opaque el amor que siente por su papá y viceversa. Porque lo que más resuena y se queda con uno después de ver “Las buenas intenciones” es eso: que cada familia es un mundo distinto donde se cometen errores, hay peleas y formas de educar distinto pero siempre el amor está primero.

Simple y muy humana, la ópera prima de Ana García Blaya refleja cómo es para los chicos el vivir con padres separados. Graciosa en varios momentos pero también muy emocional sobre el final, la película es una caricia al alma que genera ganas de ver más producciones de esta directora, la cual ya demuestra una gran capacidad para el manejo de los tópicos sensibles.

Puntaje: 8

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Nueva misión, nueva recluta


“Ángeles de Charlie” (Charlie’s angels, 2019) es una película de espías con acción y comedia dirigida, escrita y producida por la actriz Elizabeth Banks, la cual también forma parte del reparto. Protagonizada por Kristen Stewart, Naomi Scott (Aladdin) y Ella Balinska, el elenco se completa con Patrick Stewart, Sam Claflin (Los imprevistos del amor), Djimon Hounsou, Nat Faxon, Noah Centineo (A todos los chicos de los que me enamoré), Luis Gerardo Méndez, Chris Pang, entre otros. Al principio catalogada como un reinicio de la saga, la cinta es una continuación de la historia que empezó con la serie televisiva homónima creada por Ivan Goff y Ben Roberts y luego siguió con dos filmes estrenados en los años 2000 y 2003.


Un año después de que la agente Sabina (Kristen Stewart) capturó al contrabandista Jonny Smith (Chris Pang) en Río de Janeiro, la división europea de la agencia de espías Townsend anuncia la jubilación de John Bosley (Patrick Stewart), primer asistente de Charlie. De esta manera, el puesto queda a cargo de Rebekah (Elizabeth Banks). Las nuevas tareas por restaurar el orden no tardan en llegar. En esta oportunidad, los ángeles Sabina, Jane (Ella Balinska) y la ingeniera de sistemas Elena (Naomi Scott) deberán buscar a “Calisto”, una fuente de energía que puede ser utilizada como arma mortal, siendo un peligro para la humanidad. Además, las agentes tendrán que descubrir quién quiere tener el poder de este instrumento.


Con un fracaso en taquilla que ya viene desde su país de origen, la nueva producción de “Ángeles de Charlie” es un despropósito tremendo para la época en la que nos encontramos. Demasiado superficial, cero graciosa y con una trama súper pobre, la película encara al feminismo de una forma completamente errónea, dando vergüenza ajena en varias oportunidades. No solo el trío protagónico sufre de una falta de química importante, sino que también el guión incentiva a que sea imposible poder empatizar con estas espías que ni siquiera tienen un desarrollo acorde. La mayoría de las líneas de diálogo son patéticas, haciendo que sea imposible tomarse en serio todo el poder y unión de la mujer que se nos quiere vender.

Por otro lado, las escenas de acción no convencen para nada. Filmadas utilizando distintos tipos de planos, no hay que ser muy experto para darse cuenta de que las actrices usaron dobles de riesgo. Así como la parte cómica de la obra falla en su totalidad, la adrenalina de las persecuciones en auto y peleas cuerpo a cuerpo brilla por su ausencia. Nunca se llega a sentir que las agentes están en una situación peligrosa, por lo que la película aburre y se siente extremadamente larga.

En cuanto a los actores masculinos, no se puede creer que Patrick Stewart haya aceptado estar en semejante bodrio. Sam Claflin decepciona en un papel ridículo y los demás actúan en piloto automático, siendo villanos porque sí.

Con la atención puesta en mostrar esplendorosos vestidos y lindos maquillajes, Elizabeth Banks catapultó a una franquicia que podría haber resurgido de mejor manera si se ponía el foco en construir una historia decente. Insoportable, boba y con giros de guión que se sienten como más de lo mismo en vez de generar sorpresa, “Ángeles de Charlie” se convierte en lo peor que nos trajo el 2019.

Puntaje: 3

El mundo continuará

“Frankie” (2019) es una película dramática dirigida y co-escrita por Ira Sachs. Coproducida entre Estados Unidos, Francia, Portugal y Bélgica, la obra está protagonizada por Isabelle Huppert. Completan el reparto Brendan Gleeson, Marisa Tomei, Greg Kinnear, Vinette Robinson, Ariyon Bakare, Sennia Nanua, Jérémie Renier, Pascal Greggory, Carloto Cotta, entre otros. Tuvo su premiere mundial en el Festival de Cannes.


Luego de estar dos años libre de cáncer, la actriz Frankie (Isabelle Huppert) vuelve a estar enferma. Sabiendo que ya no le queda mucho tiempo por vivir, ella decide reunir a su familia en unas últimas vacaciones idílicas. En la ciudad de Sintra, ubicada en Portugal, los distintos seres queridos lidiarán con la melancolía y sus propios problemas.

Sin gritos ni grandes discusiones, la nueva cinta de Ira Sachs se vuelca más para el lado contemplativo. Con una historia exclusivamente de personajes, a medida que avanza el metraje iremos conociendo a cada uno de los que se embarcaron en estas vacaciones. Tenemos a Jimmy (Brendan Gleeson), esposo de Frankie que no puede imaginar el futuro sin ella; a Michel (Pascal Greggory), primer amor de la actriz y padre de su hijo Paul (Jérémie Renier); a Sylvia (Vinette Robinson), hija de Jimmy que no está pasando un buen momento con su marido Ian (Ariyon Bakare); a la adolescente Maya (Sennia Nanua), nieta de Jimmy que prefiere tomar el transporte público sola e irse a la playa; a la estilista Irene (Marisa Tomei), una de las grandes amigas de Frankie; y por último a Gary (Greg Kinnear), director de fotografía que desea que Irene se case y viva con él.

Con algunas subtramas más interesantes que otras, la película resulta amena principalmente porque los personajes no lucen como tales, llegando a pensar como espectador en que tranquilamente estas personas podrían existir en la vida real. A pesar de estar juntos en un mismo lugar, desde afuera se puede ver cómo cada grupo se desempeña por sí mismo, aspecto que queda perfectamente reflejado en el plano final del filme, dando la pauta de que la muerte del humano es inevitable pero la vida de los demás no se detendrá.

En cuanto a la fotografía, el trabajo del portugués Rui Poças (Zama) es uno de los grandes aciertos de Frankie. Caminatas llenas de vegetación a los costados, azulejos con colores vívidos, el caer de la lluvia, una playa bellísima y hasta el ferrocarril turístico genera que quedemos visualmente maravillados por la armoniosa ciudad de Sintra. Solo por sus imágenes, la película merece ser vista en pantalla grande.

Simple, bien actuada y con un vestuario veraniego donde abundan los verdes, violetas, naranjas y azules, “Frankie” es un dramón distinto por no apelar a los diálogos edulcorados ni clichés. De esta manera, la película aporta frescura al género y uno disfruta viéndola por más que no quede en el recuerdo.

Puntaje: 7

Un niño letal

“Golem: la leyenda” (The Golem, 2018) es una película de terror sobrenatural israelí dirigida por los hermanos Doron y Yoav Paz (JeruZalem). Rodada en Ucrania, el guión estuvo a cargo de Ariel Cohen. El reparto incluye a Hani Furstenberg, Kirill Cernyakov, Aleksey Tritenko, Ishai Golan, Brynie Furstenberg, Veronika Shostak, entre otros.


En 1673, una pequeña comunidad judía no está pasando por un buen momento. Aparte de la expansión de una plaga, otro grupo liderado por Vladimir (Aleksey Tritenko) pretende instalarse en esas tierras si la curandera de allí no sana de inmediato a su hija enferma. Alarmada por esta situación, Hanna (Hani Furstenberg) decide, en secreto y  a través de unos textos sagrados, invocar al Golem (ser animado fabricado a partir de barro) con el objetivo de que éste llegue para brindar protección a la aldea. No obstante, el joven traerá más problemas debido a su alta capacidad de matar.

Con ganas de rendirle honor a la mitología y leyendas judías, los Paz buscaron armar una nueva adaptación de este ser tan temible para su cultura, en este caso teniendo a una heroína femenina como protagonista. El inconveniente se basa en que desde la primera escena, ambientada en Praga, se nos da el indicio de que la criatura creada va a ser gigante, fuerte e imbatible. Sin embargo, después de ese comienzo no nos vamos a encontrar con lo que nos imaginábamos. Por más que el niño embarrado que aparece en el bosque es letal, esto no produce en el espectador ni un ápice de miedo, más bien se siente como algo ya visto (recuerda bastante a “Brightburn: hijo de la oscuridad”).

Por otro lado, los efectos especiales se notan muy falsos, haciendo que sea imposible tomarnos en serio lo que vemos en pantalla. Tanto el color de los ojos como los tiros y la sangre dejan mucho que desear, por lo que la cinta en ese aspecto no se puede disfrutar.

En cuanto a los puntos positivos, se destacan por sobre todas las cosas la ambientación y la fotografía. Con un escenario parecido al de “La bruja” (The witch, 2015), el filme también cuenta con una mujer decidida en el rol principal. Teniendo en cuenta que en esa época se creía que la esposa solo debía vivir para procrear y servir al hombre, es interesante ver cómo Hanna se las rebusca para no hacer lo que le exige el mandato. Aunque el niño creado por ella no emita ni una sola palabra, la relación estrecha que mantiene con éste está bien lograda.

Sin ningún tipo de innovación en el género, “Golem: la leyenda” no se vuelve recomendable debido a que en su mayor parte, dentro del panorama sobrenatural que se nos plantea, es inverosímil. Así es como al espectador le va a costar sumergirse en esta historia que, si somos sinceros, tampoco vale mucho la pena.

Puntaje: 4

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Adicción al poder

“Huérfanos de Brooklyn” (Motherless Brooklyn, 2019) es una película de crimen y drama dirigida, escrita, producida y protagonizada por Edward Norton (“El club de la pelea”, “El ilusionista”). Basada en la novela homónima de Jonathan Lethem, el reparto se completa con Alec Baldwin, Gugu Mbatha-Raw (Black Mirror), Willem Dafoe, Bobby Cannavale, Ethan Suplee, Dallas Roberts, Cherry Jones, Josh Pais, Bruce Willis, Leslie Mann, entre otros. Tuvo su premiere mundial en el Festival de Cine de Telluride.


Ambientada en la década de 1950 en Nueva York, la historia gira en torno a Lionel Essrog (Edward Norton), un detective privado que padece el síndrome de Tourette. En su infancia, Lionel fue rescatado de un orfanato católico por Frank Minna (Bruce Willis), el cual ahora es su jefe y mentor. En una misión secreta en la que estaba implicado Frank, algo sale mal y éste termina falleciendo. Abatido, Lionel se pondrá manos a la obra para descubrir qué información valiosa tenía su amigo y quién fue el responsable de su muerte.


Brindando homenaje al film noir de antaño, Norton tenía en mente llevar este relato a la pantalla grande desde que quedó fascinado al leer la novela de Jonathan Lethem, que fue publicada en 1999. Aunque a la película le llevó alrededor de 20 años entrar en producción, finalmente Edward pudo concretar su proyecto personal. Lamentablemente, el resultado no es del todo satisfactorio cuando nos ponemos a analizar a la obra en su conjunto, a pesar de que tiene variados aspectos positivos a destacar.

Por empezar, la reconstrucción de Nueva York en los años ’50 está muy bien lograda. Con una fotografía acorde, el vestuario, las calles y los automóviles nos transportan fácilmente a esa época. La música, plenamente el jazz, acompaña gratamente a medida que el protagonista va recolectando pistas para llegar a la revelación final.

En cuanto a las actuaciones, Edward Norton se luce al encarnar a un personaje que se ve afectado por un trastorno neurológico que lo hace decir involuntariamente frases que quedan fuera de lugar. Ya sabíamos, por el primer papel que tuvo el actor en “La raíz del miedo” (Primal Fear, 1996), que Norton es capaz de meterse al 100% en la piel de personas con tics notorios. Esta no es la excepción ya que “el fenómeno” (así lo llaman sus compañeros en la película) Lionel Essrog siempre resulta creíble y también admirable por contar con una memoria impresionante. Essrog no solo recopila situaciones que ve, sino que es capaz de recordar conversaciones con muchos datos duros en su mente, sin necesidad de anotar nada.

Lo que hace que el filme no sea completamente bueno es su duración. Las dos horas con 24 minutos se sienten y mucho, lo que nos lleva a la conclusión de que si el guión pasaba a estar en manos de otro la cinta hubiera sido más redonda. El ritmo no logra mantenerse por más que la temática sea interesante (la ambición de los políticos, la corrupción, estafas y discriminación a la personas de color). Sin generar empatía, las vueltas de tuerca no sorprenden como deberían.

“Huérfanos de Brooklyn” podría haber llegado a mejor puerto si se tenía en cuenta que la fluidez es esencial para no perder el interés. Cuando ya se sabe por dónde va la problemática, la película deja de ser atractiva y se vuelve tan pesada como intrascendente.

Puntaje: 6