jueves, 2 de noviembre de 2017

Un homenaje brillante

“Loving Vincent” (2017) es una película de animación que no tiene precedentes. Las escenas primero se filmaron con actores reales y luego se pintó a mano sobre óleo cada uno de los 62450 fotogramas. Para semejante trabajo (que llevó cinco años) se convocaron a artistas de diferentes partes del mundo. Cinco mil personas se presentaron y sólo 120 pasaron la prueba. Ellos se sometieron a un entrenamiento intensivo que duró tres semanas. Así es como la película dirigida y escrita por la pareja de la polaca Dorota Kobiela y el inglés Hugh Welchman homenajea a la perfección la vida y los más de 100 cuadros del pintor holandés Vincent Van Gogh, interpretado por Robert Gulaczyk.


Pero la cinta no sólo debe ser aplaudida por su belleza visual sino también por la historia que narra. A partir de las 800 cartas que Van Gogh le envió a su hermano Theo, Kobiela y Welchman crearon un relato detectivesco, donde lo que más abunda es la curiosidad por lo que realmente le pasó al pintor a sus 37 años. ¿Fue un suicidio o alguien le disparó? Las versiones del hecho nos son mostradas a través de la figura de Armand Roulin (Douglas Booth), hijo del cartero de Van Gogh. Su padre Joseph (Chris O'Dowd) le pide que busque a Theo (Cezary Lukaszewicz) y le entregue la última carta del pintor, a un año después de su muerte. De mala gana, Armand sigue las consignas de su padre. El ínfimo interés del comienzo se irá revirtiendo cuando escuche a cada uno de los que conocían (de vista o en profundidad) a Van Gogh. El deseo por querer llegar a la verdad del asunto se acrecentará a gran escala.


En el film contamos con varios personajes que se desenvuelven en la tranquila comuna francesa de Auvers-sur-Oise. Tenemos al doctor Gachet (Jerome Flynn), amigo con el que Van Gogh compartía su pasión por el arte; su hija Marguerite (Saoirse Ronan), joven que pudo tener una relación amorosa con el holandés; Louise (Helen McCrory), ama de llaves de Gachet que veía algo “impuro” en Vincent; Adeline Ravoux (Eleanor Tomlinson), hija del dueño de la posada donde Van Gogh se alojaba; el médico Mazery (Bill Thomas), que está segurísimo que lo que pasó no fue un suicidio; René Secrétan (Marcin Sosinski), chico que maltrataba al artista y el barquero local (Aidan Turner).


Las hipótesis son varias y la película en su desenlace llega a dar una que podría llegar a ser la más certera, sin embargo la producción polaco británica deja varios cabos sueltos para que el espectador saque su propia conclusión (o no). Otro de sus aciertos es el uso de los flashbacks cuando cada personaje narra lo que percibió de Van Gogh. Uno no tiene problema en dilucidar qué es lo que está pasando en la actualidad y qué sucedió en el pasado gracias a los colores: los flashbacks son en blanco y negro, el presente está lleno de amarillos, azules y verdes.

La música de Clint Mansell nos mete de lleno en la experiencia de ver una obra 100% hecha por cuadros pintados al óleo que cobran vida como por arte de magia. El resultado es fascinante, en cada plano la imagen resplandece lo que hace que uno no quiera parpadear para no perderse nada de lo que va pasando en la pantalla grande.


“Loving Vincent” hipnotiza por su originalidad a la hora de mostrar la vida de un pintor tan controvertido como lo es Van Gogh. Si sos fanático del artista no vas a encontrar datos reveladores pero sí te vas a enorgullecer del gran trabajo que hicieron para homenajearlo. Si no sabés mucho sobre él, la película abre las puertas a conocer su forma de ver el mundo mediante sus cuadros, que únicamente fueron apreciados como merecían después de su muerte. 


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