jueves, 2 de noviembre de 2017

No sólo sobrevivir

“Una Razón Para Vivir” (Breathe, 2017) es una película dramática basada en una historia real. Andy Serkis (César en “El Planeta de los Simios”) debuta como director con esta cinta que está escrita por William Nicholson. Los protagonistas son Andrew Garfield y Claire Foy (reina Elizabeth II en la serie The Crown). También actúan Hugh Bonneville (Robert Crawley en la serie Downton Abbey, Henry Brown en Paddington), Tom Hollander, Dean-Charles Chapman (Tommen en Juego de Tronos), Ed Speleers y Amit Shah. Llegó a las salas argentinas el 26 de octubre gracias a la distribuidora Diamond Films.


La vida de Robin Cavendish (Andrew Garfield) cambia totalmente cuando a los 28 años contrae polio mientras estaba de vacaciones en África con su esposa embarazada Diana Blacker (Claire Foy). Paralizado del cuello para abajo, Robin se niega a seguir viviendo postrado en una cama de hospital. A pesar de las advertencias de los médicos, su mujer lo lleva a su nuevo hogar familiar. Gracias a la ayuda de un amigo que le diseñó la silla de ruedas con la máquina que le permite respirar, Robin hará tomar consciencia a los médicos que los padecientes de polio no tienen sólo que sobrevivir, también pueden vivir.


El productor del film es Jonathan Cavendish, hijo en la vida real de los protagonistas por lo que desde ya se puede ver un profundo respeto y ganas de mostrar lo valientes que fueron sus padres a la hora de enfrentar esta enfermedad. El problema recae en el comienzo de la película: en menos de cinco minutos pasamos de ver cómo a Robin le parece inalcanzable una mujer como Diana a ellos dos ya juntos de vacaciones en África. Que no se tomara el tiempo para desarrollar su relación amorosa o cómo se llevaban con sus amigos más cercanos afecta al resto del contenido.

Andrew Garfield logra una buena interpretación al punto de que uno se llega a creer que el actor no puede respirar por sí mismo. Sus cambios de voz están perfectamente logrados. La máquina que lo mantiene vivo tiene un papel tan fundamental como el de él y esto el director lo hace notar de acuerdo a los sonidos que emite, presentes en casi todo el metraje. Las expresiones faciales de Garfield también son para destacar ya que gracias al movimiento de sus cejas, ojos y boca conectamos con su personaje, somos testigos de cómo afronta lo que le sucede y cómo su forma de ser no está extinta.

Diana tiene un rol imprescindible en la vida de Robin y Claire Foy sale airosa encarnándola. La mujer que compone es determinada, no llora ni se deja vencer. Desde que su marido se ve afectado por la polio resulta admirable su manera de actuar: su amor hacia Robin es tan pleno que nunca se le cruza por la cabeza dejarlo o permitir que se le desconecte el respirador artificial.

Durante su primera mitad la película puede resultar un poco decepcionante por el ritmo que se emplea: no pasan demasiadas cosas lo que la hace lenta y aburrida. Sin embargo desde que el protagonista está en la silla de ruedas y proclama un discurso que constituye una de las mejores escenas, el film cambia de tono mostrándonos la manera de vivir de esta familia y cómo ante tantas adversidades también hay lugar para la felicidad.

Andy Serkis se reserva para la última media hora los momentos que son como una daga en el corazón, por lo que te recomiendo que si la vas a ver si o sí lleves pañuelos. Lo que se muestra impacta y entristece pero ese no es el sentimiento que queda cuando los créditos bajan. El largometraje deja un mensaje esperanzador muy valorable que permite ponernos en el lugar de cada uno de los personajes y entenderlos.


“Una Razón Para Vivir” es una historia real que necesitaba plasmarse en la pantalla grande porque pone el foco en qué es lo mejor para las personas discapacitadas. Robin Cavendish cambió la forma de pensar de los doctores, incluso los que decían que se iba a morir en los próximos tres meses si no se quedaba en el hospital. La película tiene sus fallas en el primer tramo, sin embargo cuando se decide cambiar el ritmo mejora notablemente y te llega al corazón. 


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