miércoles, 21 de febrero de 2018

Un cuento de hadas diferente

“La Forma Del Agua” (The Shape Of Water, 2017) es una película de fantasía y romance dirigida y producida por Guillermo del Toro, reconocido por “El Laberinto del Fauno” (2006) y “La Cumbre Escarlata” (2015). También hizo el guión junto a Vanessa Taylor. El reparto está compuesto por Sally Hawkins (Mary Brown en Paddington), Michael Shannon, Octavia Spencer, Richard Jenkins, Michael Stuhlbarg y Doug Jones. Consiguió 13 nominaciones a los premios Óscar, incluyendo Mejor Actriz, Mejor Director y Mejor Película. Llega a los cines el 22 de febrero gracias a la distribuidora Fox.


Ambientada en el año 1962, durante la Guerra Fría, la historia se centra en Elisa Esposito (Sally Hawkins), una mujer huérfana, muda y soltera de aproximadamente 40 años. Ella lleva una vida muy rutinaria: se levanta siempre a la misma hora, mientras se baña se masturba y luego se dirige al establecimiento de investigación secreto del gobierno de Estados Unidos, donde trabaja limpiando el laboratorio con su amiga Zelda (Octavia Spencer). La parsimonia del lugar se altera cuando llega el Coronel Richard Strickland (Michael Shannon), hombre que capturó a una criatura acuática en Sudamérica. La curiosa Elisa comienza a interesarse en el monstruo y se da cuenta que él la comprende a través de las señas. El problema surge cuando Strickland disfruta torturar al Hombre Anfibio. Desde ese momento, Elisa, junto a su vecino Giles (Richard Jenkins), armará un plan para sacar al monstruo de allí.


Si hubiera que definir a esta película con una sola palabra sería mágica. El relato tiene muchos elementos del cuento de hadas romántico pero a la vez se distingue de los que ya conocemos. Aquí la princesa se siente imperfecta, el príncipe no es atractivo y sin embargo los dos hallan el amor en el otro. Resulta una delicia ver cada escena que comparten, cómo empiezan a relacionarse, sus gestos y tacto. Elisa encuentra en el monstruo a alguien que no la ve como los demás: él ni siquiera capta que es muda, la acepta por ser ella misma.

Sally Hawkins está magnífica en su rol y bien merecida tiene su nominación al Óscar. Sólo con su mirada nos transmite todo lo que piensa. Empatizamos con ella desde el principio gracias a la excelente presentación de su personaje, que ya nos hace saber cómo es, qué cosas le gustan y cuales detesta. Octavia Spencer compone muy bien a Zelda, una mujer que vive quejándose de su marido (y con mucha razón). En algunos momentos nos hace reír como también nos enoja cuando la discriminan por ser afroamericana. Michael Shannon consigue que, sin emitir palabra, ya sepamos que es el villano. Aunque le faltan motivaciones más concretas (no sólo debería ser malo porque debe acatar las normas de su superior), el actor sabe dar miedo a partir de sus acciones y rudeza al hablar.

El diseño de producción está cuidado al máximo detalle, haciendo que cada plano sea un espectáculo para los ojos. Los movimientos de cámara, el vestuario y la música hacen que nos adentremos en la fantasía sin cuestionar lo que sucede. Del Toro pone las reglas y las acatamos sin dudarlo.

Lo único que le juega en contra a La Forma Del Agua es su duración. En cierto momento, ya adentrada la trama, el conflicto se alarga sin necesidad. A pesar de ello, la escena final conforma una obra de arte en sí misma y obligatoriamente debe ser vista en cine.

“La Forma Del Agua” nos reafirma que lo distinto no tiene que ser rechazado, que lo importante está dentro de uno y no en el aspecto externo. La belleza es de distintos tipos, y qué mejor que esta película para demostrarlo.


Puntaje: 8


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