domingo, 25 de febrero de 2018

Hora de volar

“Lady Bird” (2017) es una película coming of age estadounidense que marca el debut de Greta Gerwig como directora y escritora. El reparto está compuesto por Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Tracy Letts, Lucas Hedges (Patrick en Manchester by the Sea), Beanie Feldstein, Odeya Rush (Fiona en The Giver), Timothée Chalamet, Stephen McKinley Henderson, Lois Smith y Jordan Rodrigues. En los Globos de Oro la cinta ganó en la categoría de “Mejor Película – Comedia o Musical” y Ronan se llevó la estatuilla de Mejor Actriz. Está nominada a cinco premios Óscar, incluyendo “Mejor Película”, “Mejor Actriz” y “Mejor Director”. Llega a las salas argentinas el 1 de marzo gracias a la distribuidora UIP.


Christine McPherson (Saoirse Ronan), una chica de 17 años que vive en Sacramento, reniega de su nombre real haciéndose llamar Lady Bird. A punto de graduarse de la secundaria católica “Sagrado Corazón”, la joven desea a toda costa ser aceptada en alguna universidad de la Costa Este para adentrarse en las artes liberales y cultura que su pueblo no le brinda. Su madre (Laurie Metcalf) no está de acuerdo, lo que genera aún más roces en la relación turbulenta que tienen. Con el paso de los días escolares, Lady Bird se enamorará, reirá con su mejor amiga Julie (Beanie Feldstein), se postulará para una obra musical y compartirá secretos con su padre (Tracy Letts).


El film está basado en las experiencias que Greta Gerwig tuvo en su adolescencia, sin que los sucesos que se cuentan hayan pasado de esa forma en la realidad. Ambientada en 2002, la cinta no se siente una película sino que nos hace sentir parte de un momento en la vida de Lady Bird, personaje súper empático que evoca las inseguridades que se tienen hacia el futuro, el miedo a crecer y, por el sistema educativo norteamericano, la angustia que produce dejar atrás el hogar.

Saoirse Ronan, que ya estuvo nominada al Óscar por “Expiación, deseo y pecado” (Atonement, 2007) y Brooklyn (2015), vuelve a dar una interpretación memorable. Christine decide cambiar su nombre porque aún no tiene definido quién va a ser, no sabe qué rumbo tomar. Su carácter tan fuerte, que puede pasar del enojo al consuelo en segundos, la convierte en una protagonista divertida e inteligente. Las escenas con su mamá (una gran Laurie Metcalf) resultan toda una delicia de ver gracias al guión excelentemente elaborado. Las peleas nos hacen sentir identificados por ser situaciones que casi todos atravesamos, tales como ser regañado por no ordenar la ropa o usar más de una toalla para bañarse. Las palabras hirientes están, pero también se percibe el gran amor que sienten la una por la otra y cómo cuesta, para la madre, el momento en que debe dejar que su hija empiece a tomar sus propias decisiones.

No sólo la relación maternal está bien reflejada en pantalla. Además veremos la hermosa complicidad que Lady Bird tiene con su papá, hombre que sufre depresión y acaban de echarlo del trabajo; el vínculo con su mejor amiga Julie, a la que Christine en cierta parte decide dejar de lado para juntarse con la popular Jenna (Odeya Rush); y el primer enamoramiento con Danny (Lucas Hedges), que conlleva a sentirse con el mundo en las manos luego de un beso.

Las reglas del colegio religioso, tales como usar la pollera hasta la rodilla o bailar sin tocar mucho a la pareja, el pelearse por querer ir al baño cuando en la casa solo hay uno o el mentir para ser aceptado, todas son situaciones que nos pueden haber ocurrido en la adolescencia. Eso es lo que hace tan especial a Lady Bird, película con una simpleza encantadora que, una vez que acaba, dan ganas de ver una y otra vez.

Puntaje: 9

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