martes, 6 de marzo de 2018

Tan amada como odiada

“Yo Soy Tonya” (I, Tonya, 2017) es una película biográfica dirigida por Craig Gillespie y escrita por Steven Rogers. Está protagonizada y producida por Margot Robbie. Completan el reparto Allison Janney, Sebastian Stan, Julianne Nicholson, Bojana Novakovic, Bobby Cannavale, Paul Walter Hauser y Mckenna Grace (Mary en “Un Don Excepcional”). Recibió tres nominaciones a los premios Óscar, de las cuales Allison Janney se alzó con la estatuilla como Mejor Actriz de Reparto.


Desde los tres años, Tonya Harding (Margot Robbie) deseaba patinar sobre hielo. Su estricta madre Lavona (Allison Janney) prácticamente obligó a Diane (Julianne Nicholson) a que la entrenara, aunque ella no formaba principiantes. Tonya se convirtió en la primera patinadora estadounidense capaz de completar un salto de triple axel. La cinta gira alrededor de su turbulenta infancia llena de palabras hirientes y golpes por parte de su madre, adolescencia en la que conoció a Jeff Gillooly (Sebastian Stan), que luego se convertiría en un marido abusivo, y sobre el ataque polémico que sufrió la competidora Nancy Kerrigan, al cual la prensa se encargó de convertir a Tonya en la culpable absoluta.


Se podría definir a este filme como la historia que necesitaba ser contada. Basándose en las entrevistas que se le hicieron a Tonya, Jeff, Lavona, el guardaespaldas Shawn (Paul Walter Hauser) y el reportero Martin (Bobby Cannavale), el espectador puede conocer en profundidad lo horrible que la pasó Harding y cómo ella, a pesar de no ser totalmente inocente, también fue una víctima que nadie se ocupó en ayudar. La película tiene muchos toques de comedia irónica que resultan súper necesarios para que no se convierta en un dramón ultra pesado. Por el contrario, la agilidad y dinamismo con la que se cuentan los hechos hacen que uno se mantenga atento durante todo el metraje, interesado por conocer más y más sobre Tonya.

Margot Robbie está excelente en el papel protagónico aunque sus braquets no llegan a convencernos de que sólo tiene 15 años. Sebastian Stan también se luce en el rol de su marido y desde el afuera podemos captar la relación tóxica que llevaba con Tonya, un tire y afloje que en algún punto inevitablemente daría paso a una explosión. Pero la que se lleva todos los aplausos sin dudarlo es Allison Janney como Lavona Harding. La actriz supo componer a una de las peores madres en la pantalla grande. Malhablada, ruda y sin un ápice de compasión, Lavona hace pasar a su hija por un infierno debido a la creencia de que con tanta presión Tonya podrá convertirse en una campeona.

Cuando llegamos a la segunda hora de metraje se siente un quiebre: el foco se pone sobre la herida provocada a Kerrigan y no tanto sobre Harding. A pesar de que la atención no se pierde, su primer acto logra ser mucho más entretenido por tener varios aspectos muy bien combinados entre sí.

La banda sonora con cortes retro encaja a la perfección con el tono de la película. Además, “Yo Soy Tonya” hace una crítica contundente sobre lo que Estados Unidos desea reflejar a sus habitantes (una familia ideal y feliz, ropa lujosa y una mujer que sea correcta) así como muestra que la prensa tergiversa la información con el único objetivo de generar rating.

“Yo Soy Tonya” cuenta con una gran dirección, un buen guión y actuaciones notables. Gracias a esta producción podremos entender por qué Harding reaccionaba como lo hacía y cómo es que pasó a ser boxeadora. Un relato biográfico bien contado para no dejar pasar.

Puntaje: 8

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