lunes, 19 de junio de 2017

Atraídas por la juventud

“Adore” (“Madres Perfectas”, 2013) es una película dramática australiana francesa dirigida por Anne Fontaine. Está basada en la novela británica “Las Abuelas”, de Doris Lessing. Actúan Naomi Watts, Robin Wright, Xavier Samuel, James Frecheville, Ben Mendelsohn, Jessica Tovey, Sophie Lowe y Gary Sweet. Llegó a las salas de Argentina el 13 de noviembre de 2014 gracias a la distribuidora Distribution Company.


La historia gira en torno a Lil y Roz, amigas desde la infancia que son vecinas en Nueva Gales del Sur, Australia. Sus respectivos hijos, Ian y Tom, son jóvenes mejores amigos que se la pasan surfeando. El marido de Lil murió años atrás y el de Roz consiguió trabajo en Sidney, por lo que decide irse para allá aunque su mujer e hijo no quieran mudarse con él. Las dos amigas y sus hijos pasan cada día juntos en la playa. El problema se genera cuando Ian comienza a mantener relaciones sexuales con Roz, Tom sabe lo que ocurre y decide hacer lo mismo con Lil. Que cada una mantenga una relación secreta con el hijo de la otra causará diversos problemas en el futuro de los cuatro.


La sinopsis de la película da para imaginarse una trama en la que se explora la psicología de los personajes, cómo una amistad de tantos años va a flaquear por culpa de los sentimientos inevitables hacia el hijo de tu mejor amiga, el cual prácticamente lo conocés desde que nació. Se piensa que el tema central va a ser perturbador y profundo. No podíamos estar más equivocados.
Anne Fontaine decide que el film sea de lo más superficial, con diálogos insulsos, banales, que no llegan a ninguna parte. Desde que vemos a Lil y Roz charlar sobre el enamoramiento que sienten del hijo de la otra respectivamente, no nos creemos nada. Es que ninguna muestra ni un ápice de enojo, se sienten plenas y “más felices que nunca”. Nunca se plantea el error que están cometiendo, continúan la amistad y no demuestran ningún tipo de preocupación por sus hijos. Ellas se sienten jóvenes de nuevo, eso es lo único que importa, disfrutar el presente. Debido a estas actitudes, no se logra empatizar ni con Naomi Watts ni con Robin Wright, aunque las actrices son correctas a la hora de interpretar una personalidad despreocupada. Xavier Samuel y James Frecheville como los hijos no aportan nada significativo. Musculosos, deportistas y con estilo, su rol se basa en estar con la mejor amiga de la madre y nada más. No reciben retos, no tienen gracia, no se ahonda en qué es lo que les pasa por dentro.
Muchas veces se repiten escenas en la playa, los jóvenes en sus tablas de surf y las madres contemplándolos. Aunque la fotografía sea preciosa, brillante y paradisíaca, cansa que en la primera hora de la película no ocurra algo interesante. Se muestra que las mujeres tienen un trabajo, una vida más allá de pasar los días en una plataforma de madera que flota en el mar y sirve para broncearse, pero no sabemos qué es lo que hacen cuando no están en la playa o en el pórtico de sus casas. Los personajes no tienen motivaciones personales, son vacíos y al espectador no le importa lo que pueda llegar a pasarles.
Un acierto consiste en los planos de Naomi Watts en los que se le ven las arrugas y se nota que Lil siente que su época dorada ya pasó, pero le gustaría volver el tiempo atrás y aprovecharla más. La reflexión de Roz al decir que un día sus respectivos novios se van a cansar de ellas y conseguirán a una mujer atractiva, de la misma edad que ellos, también está bien representada. En la segunda parte del film se generan nuevos conflictos que logran un poquito más de interés comparado a la nada misma de la primera hora. Sin embargo, la historia sigue siendo inverosímil y esto se acentúa más en su final. Resulta imposible entender el razonamiento de los hijos de Lil y Roz cuando sucede el problema del desenlace.

Después de ver “Madres Perfectas” vas a sentir que perdiste tu tiempo en una película hecha sin ganas, que no se arriesga ni aporta algo significativo. 


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