jueves, 15 de junio de 2017

Fanatismo religioso

“We Are What We Are” ("Ritual Sangriento" en Argentina, 2013) es un thriller psicológico dirigido por Jim Mickle. Está basado en el largometraje mexicano “Somos lo que Hay” (2010) de Jorge Michel Grau. Esta remake está protagonizada por Bill Sage, Ambyr Childers, Julia Garner y Jack Gore. Fue presentada en el Festival de Cine de Sundance y en el de Cannes en 2013. Llegó a las salas de Argentina el 26 de diciembre de ese año, gracias a la distribuidora Impacto Cine.


La historia comienza en la calle con la muerte de Emma Parker, esposa de Frank. Sus hijas Iris y Rose son adolescentes y Rory es un niño. La familia tiene un secreto peculiar: están haciendo abstinencia para el “Día del Cordero”, en el que no matarán a un animal sino que se alimentarán de seres humanos. Frank es el patriarca estricto que continúa al pie del cañón con este extraño ritual que tiene sus orígenes religiosos en el siglo XVIII. El médico del pueblo americano sureño comenzará a tener dudas de por qué murió Emma Parker y a la vez encontrará detrás de su casa un hueso que luce como de humano. Iris y Rose deberán enfrentarse a la obligación de continuar siendo caníbales, con todo lo que eso conlleva.


La película está separada por los días de semana, mostrando cómo en ese pueblo solitario en el que la lluvia nunca se detiene, dentro de la casa de la familia Parker se vive un infierno. Ellos tratan de hablar lo menos posible con la gente del exterior, el nene vive con hambre y las hermanas no saben cómo salir adelante ya que desobedecer a su padre podría resultar en una tragedia. Con lentitud y sólo el repiqueteo de la lluvia nos vamos metiendo en una trama escalofriante, en la que al principio sabemos que algo anda mal pero específicamente no queda claro qué es lo que sucede.
Ambyr Childers y Julia Garner como Iris y Rose logran una muy buena interpretación, cosa a la que no estamos acostumbrados en la mayoría de relatos de terror. Bellas y misteriosas, sus acciones resultan creíbles, una cuestionando y no queriendo seguir el ritual y la otra haciéndose cargo de la tradición ahora que su madre ya no está. Bill Sage como el padre de familia sólo da miedo con verlo moverse. Su seriedad, inestabilidad, silencios y órdenes implican una moral rígida que se basa en rezar y seguir sin dudar lo que está escrito en un libro de devoción que siempre lleva consigo.
La música sofocante junto a la atmósfera oscura y fría aumentan paso a paso el horror, con escenas que dan asco como en la que Iris sirve la cena y otras más crueles que quedarán en la memoria del espectador. Los flashbacks resultan innecesarios, es mucho más interesante ver el drama rural actual.
En estos tiempos en los que las películas de miedo están llenas de efectos especiales o “jump scares” (algo temible que aparece de repente en la pantalla sólo para saltar del susto), es esperanzador encontrar una propuesta diferente, que gracias a que explora un tema perturbador de forma realista y se mete en la psicología de los personajes, logra generar tensión en sus 105 minutos de duración. Un relato de lo más crudo. 


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